OPINIÓN

Retos de corto plazo para nuestra economía

El déficit fiscal ha ido en ascenso de 3.4% en 2014, a 8.1% en 2018 y el pronóstico para 2019 es 8.8%.

En días pasados la agencia Fitch Ratings redujo la nota de riesgo soberano a Bolivia con una calificación de B-; la misma que era de esperarse dado el deterioro fiscal y comercial, además de la caída tendencial de las RIN. No obstante, las preocupaciones de organismos internacionales, calificadoras de riesgo al igual que de algunos profesionales y académicos economistas, coincidimos un continuo deterioro de los colchones “Buffer” de la economía nacional, y de su potencial de crecimiento económico en el mediano y largo plazo. A continuación resaltamos algunos hallazgos que contribuyan a revertir el estado de situación.
El cierre fiscal para 2018 alcanzó un déficit del 8.1% del PIB, dato que se observó conjuntamente con un déficit de 5.5% del PIB registrado en la cuenta corriente, confirmando una vez más que el crecimiento económico del país se sostiene por la expansión del gasto y otras políticas expansivas, a costa de una ampliación de los déficits gemelos.
De este modo, el déficit fiscal ha ido en ascenso de 3.4% en 2014, después de ocho años de superávits, a 6.9% en 2015, 7.2% en 2016; 7.8% en 2017; 8.1% en 2018 y el pronóstico para el 2019 es de 8.8% promediando 7.5% de déficit en el último quinquenio. Es decir, en valores absolutos el hueco fiscal y necesidades de financiamiento se aproximan a los 3.500 millones de dólares para este año, el mismo que no tiene precedentes en la historia económica de Bolivia. A la falta de alternativas, se espera en primera instancia que el hueco fiscal sea financiado por más ahorros de los trabajadores (deuda interna); luego con la emisión de bonos soberanos y más préstamos de organismos internacionales (externa).
En ese sentido las cuentas fiscales muestran que el impulso al crecimiento económico observado en los últimos años (demanda interna) viene teniendo un elevado costo fiscal. Siendo este cada vez mayor, pero menos efectivo en su incidencia. Convirtiéndose en un problema estructural que requiere de ajuste imperativo. Caso contrario, se estaría deteriorando la estabilidad macroeconómica haciéndonos más vulnerables para enfrentar shocks futuros. En ese sentido es necesario replantear la actual estrategia de crecimiento económico y apostar por lo único que ha dado resultado, mejorar la productividad para un crecimiento económico de calidad que nos abra las puertas del desarrollo.
Por otro lado, el informe reciente de la ASFI al primer semestre 2019 señala que el sistema financiero conserva una fuerte calidad de activos y capitalización adecuada. No obstante, un análisis más agudo muestra que el sistema de intermediación financiero se enfrenta a cargas impositivas mayores, menor liquidez, incremento de la mora a la par de niveles de utilidad y rentabilidad cada vez menores. En conjunto, todo este panorama restringiría la capacidad y el propósito del sistema de intermediación, que es incidir en la inversión el consumo, y por ende el crecimiento.
En resumen, los retos de la economía a boliviana están asociados a revertir los déficits gemelos, la mayor concentración de la economía y la deuda pública creciente. También se sugiere mejorar la actual regulación en el mercados de bienes y monetario, flexibilizar la normativa laboral y atraer inversiones. Esto promovería la producción, el empleo y los ingresos. Es decir un crecimiento de calidad./joseantonioalberti@gmail.com

José Antonio Alberti es economista de profesión y Magister en Comercio Internacional. Cuenta con Especialidad en Educación Superior (UAGRM).

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