
Los otros incendios
El otro incendio también es peligroso y mina la confianza institucional/corporativa: La quema de la credibilidad, o en términos técnicos, de la reputación.
Por: MS. Pedro Cabrera Yegros, Consultor de Marketing & Conferencista Internacional. Director de Hispanic Synergy Florida Group, USA

Creo que existe un incendio que no estamos viendo. Un incendio que día tras día va consumiendo, lentamente, nuestra posibilidad de discernir con criterio. A mi entender está ardiendo gran parte del periodismo y de la famosa reputación institucional.
El devastador incendio de la Chiquitania –que aún continúa- puso en evidencia que falta mucho para desarrollar un periodismo de investigación serio, responsable, profesional. Mientras los programas de radio y televisión –en especial- se guíen por la información aparecida en internet (redes sociales en especial), serán parte del circo inagotable de las “fake news”. Resulta llamativo la ausencia de criterio para lanzar una noticia sin consultar fuente alguna, algo básico para quienes profesan el periodismo. Como nunca ha quedado claro que estamos viviendo épocas de infoxicación –intoxicación informativa- que al igual que una pequeña bola de nieve, crece y crece ante la mirada atónita de todos. En resumen, a las sociedades les hace mucho daño no saber la verdad de nada.
Existen periodistas y medios que se han convertido en traficantes de confusión. Y ahí estamos nosotros, sin saber en quién o qué creer. Situación que complica cualquier toma de decisiones, sea en el campo privado, social y empresarial. Sin información veraz no somos nada, lo cual demuestra –lamentablemente- que la información es poder, y en las manos equivocadas es un desgraciado poder. El otro incendio también es peligroso y mina la confianza institucional/corporativa: La quema de la credibilidad, o en términos técnicos, de la reputación. El biocidio ocurrido en Santa Cruz también nos expuso a que ciertos “big players” (autoridades locales, instituciones representativas del cuidado del medioambiente y sectores productivos, gobierno inclusive), muestren –no les quedaba otra- sus verdaderos intereses, que como todos entendemos, finalmente son económicos. Cuánto de tanta productividad, extensión de frontera agrícola, sembradíos, etc. llega al bolsillo del pueblo, nadie lo sabe ni lo espera. Y cuando las instituciones que representan los intereses de Santa Cruz dan un vuelco al mejor estilo tortilla de papas, la gente se pregunta en quién creer. Temo que el daño de reputación que han sufrido autoridades e instituciones frente al ciudadano común no tiene remedio a corto ni mediano plazo. Se siente como puñalada por la espalda. Ojalá, la prosperidad económica regional y nacional que profesan con el mismo fervor que un evangelista frente a adeptos del demonio, se transforme en realidad con el tiempo. Posiblemente, será la única oportunidad de recuperar su reputación y dejar de ser reputeados, que –obviamente- no es lo mismo.