Los aspectos transversales que actualmente encaran los empresarios están referidos a la necesidad de revisar la política salarial, la presión impositiva, la formalización progresiva de la economía y eliminar la burocracia excesiva.
El máximo representante de los empresarios de Bolivia, Luis Fernando Barbery Paz habló de las necesidades del sector empresarial y propone políticas que pueden permitan dinamizar la inversión privada.
¿En qué situación se describe el sector empresarial en estos últimos años?
Yo dividiría este tema en dos momentos: uno durante la época de mayor bonanza económica, y otro a partir del 2015. En el primer periodo, caracterizado por aumento en los ingresos, solidez y estabilidad, al sector privado se le impidió, en muchos aspectos, dar el salto cualitativo que necesitaba en temas como el fortalecimiento de la industria nacional, la atracción de inversión privada y la formalización.
Es innegable que nos favoreció mucho la estabilidad económica y política, y que todo el país avanzó notablemente en el tema social, con disminución de la pobreza, inclusión y mejores condiciones de vida, y eso permitió fortalecer al sector financiero privado, integrar más al país a través de carreteras y telecomunicaciones, dar un gran impulso a la construcción y acrecentar algunos sectores del comercio y la agroindustria, lo que generó inversiones importantes.
Pero al mismo tiempo se construyó una política salarial y laboral inequitativa, se hizo poco para combatir el contrabando y se crearon barreras muy difíciles de sortear en el ámbito impositivo y de seguridad jurídica.
La segunda etapa, en la que nos encontramos ahora, donde se nota una desaceleración en la economía, con alto déficit fiscal, déficit comercial sostenido y caída de las reservas internacionales.
Es en esta etapa, a través del diálogo y la coordinación entre el Estado y la institucionalidad privada, donde estamos dando pasos importantes, para avanzar en las Alianzas Público Privadas, el impulso a proyectos fundamentales como los biocombustibles, la eliminación de los cupos de exportación de productos agroindustriales, la apertura de mercados asiáticos para la soya y la carne, la consolidación de Puerto Busch, una estrategia más agresiva de combate al contrabando y mayor apertura para tratar los problemas en espacios de diálogo y consenso con el Gobierno.
Nos encontramos en un momento crucial, arrastramos muchas dificultades que requieren soluciones drásticas y urgentes, pero creo que existe la voluntad y la decisión para seguir avanzando desde una visión de complementariedad y coordinación, que son el único camino para que nuestro país mantenga el crecimiento y lo haga sostenible.
¿Cuáles son las principales barreras que impiden el desarrollo y/o crecimiento empresarial?
Primero, es preciso crear las condiciones necesarias para desarrollar un sector privado dinámico y libre de las barreras que dificultan su crecimiento. El sector empresarial, hoy más que nunca, necesita seguridad jurídica para las inversiones, fortaleza en las instituciones, menos burocracia, ajustes en la norma laboral a través del diálogo tripartito, simplificación en la gestión de tributos y una reforma que amplíe la base de contribuyentes.
Necesitamos políticas para mejorar la productividad, para incorporar tecnología y fortalecer el capital humano en las empresas.
Es urgente proteger y fortalecer la industria nacional; no podemos ser insensibles ante la crisis de la industria textil y seguir incumpliendo la ley sobre la importación de ropa usada.
Medidas como el segundo aguinaldo o los incrementos salariales desmedidos y separados de la productividad, le están haciendo mucho daño a las empresas en general, pero especialmente a las medianas y pequeñas.
Si sumamos a esto el efecto que tiene el contrabando y la informalidad, tenemos un panorama muy desalentador para invertir y para crear empleo decente.
Con respecto a la normativa, incentivar a la inversión privada, ¿qué se debe cambiar?
La inversión en el país es liderada por el Estado, hecho que devela las complejidades del entorno para hacer inversiones, debido a problemas en el ámbito de la regulación en general, y la laboral y tributaria en particular.
Hoy en día, la inversión privada nacional representa alrededor del 5% del PIB, y para enfrentar el desafío del crecimiento sostenido, debieran crearse las condiciones, cuando menos para duplicarla.
En el tema normativo, es importante y urgente hacer algunos ajustes, pero sobre todo promulgar un reglamento a la Ley de Inversiones, que debe ser actualizada a los nuevos tiempos y los mercados emergentes.
Adicionalmente, se requiere revisar la política tributaria; impulsar la formalización de la economía; modificar las políticas salariales para que tengan relación con la productividad; disminuir los costos laborales y la sobrerregulación del sector público sobre el privado; apoyar e incentivar el acceso a nuevos mercados internacionales y enfrentar con decisión el contrabando y la corrupción.
¿Qué nuevos aspectos deben tomarse en cuenta para atraer inversión extranjera, o que el sector privado se arriesgue para invertir?
Según las cifras oficiales, la inversión privada pasó de cerca de 4.700 millones de bolivianos en 2005 a 19.400 millones de bolivianos en 2018, lo que representa un crecimiento promedio anual de 11% frente a un 16% en el caso de la inversión pública, que al cierre de 2018 fue siete veces más grande que en 2005, mientras que la privada fue cuatro veces mayor.
Como el PIB ha crecido en estos años, el peso relativo del componente privado se ha ralentizado debido a varios factores que afectan el clima de negocios y dificultan la inversión.
Para convertirnos en un país atractivo a las inversiones necesitamos insistir en aspectos como la seguridad jurídica. El doble aguinaldo, por ejemplo, afecta a la seguridad jurídica porque no fue algo planificado.
El inversionista planifica su inversión en base a las reglas y si eso cambia se atenta contra la posibilidad de atraer inversiones. Eso se puede adecuar a la realidad de los sectores, de las empresas, de las regiones. Cuando se mejora el clima de negocios, es decir el conjunto de condiciones que facilitan la actividad empresarial en un país, la atracción de la inversión privada es mucho más segura y constante y, por el contrario, cuando se empeora, los conjuntos de indicadores de desarrollo empiezan a mostrar señales de deterioro. Desde esa evidencia y en una perspectiva futura, con menor capacidad para ampliar la inversión pública, el Estado debiera optar por eliminar las trabas que desalientan la inversión privada, e impulsar su dinamismo para así compensar y facilitar un crecimiento más dinámico.
¿El mercado interno es atractivo para el sector empresarial?
Sin duda que, gracias a los avances en la reducción de la pobreza y la consiguiente mayor capacidad de consumo y el acceso más fácil a los créditos, el mercado interno se ha dinamizado y en muchos aspectos. Resulta atractivo para ciertos rubros como la construcción, el comercio y los servicios.
Sin embargo, el lado opuesto de este fenómeno se genera por el contrabando creciente y el aumento de consumo de productos importados, que han impedido crear un círculo virtuoso que permita un crecimiento en el sector empresarial, paralelo a la realidad de mayores y mejores ingresos de un segmento importante de la población; este fenómeno ha afectado sobre todo al sector de la industria, especialmente a las manufacturas como los textiles, el cuero y los productos derivados de la madera que prácticamente están agonizando.
Medidas como la billetera móvil o el fomento a la producción nacional de alimentos, pueden paliar el problema, pero no lo van a solucionar si no se crean políticas de protección y promoción de la producción local y no se disminuye drásticamente el contrabando.
¿Cómo potenciar las exportaciones bolivianas y cómo enfrentar el incremento de las importaciones?
La palabra clave aquí es competitividad. Nosotros creemos que hay que trabajar en la construcción de un país más competitivo, con una gama mayor de productos posicionados en los mercados nacionales e internacionales, de modo que se pueda realmente retomar el mercado exportador como meta, generar más internacionalización y atraer inversión extranjera, no solo en los sectores primarios.
Creo que se están dando pasos importantes, pero hace falta trabajar en la generación de condiciones internas para impulsar la inversión en los sectores productivos.
Debemos disminuir los costos y los riesgos que significan producir, abaratar la importación de tecnología y de capital y fomentar la apertura de mercados, tanto para los productos como para los servicios.
Respecto a las importaciones, que han aportado a incrementar el déficit comercial, creo que el verdadero problema, es que buena parte se dirige al ingreso de alimentos que tradicionalmente producimos, a los productos manufactureros como el textil, los cueros y a otros que, en las actuales condiciones bien podríamos abastecer con la industria nacional. El tipo de cambio estancado ha hecho que en Bolivia sea más fácil importar que producir y eso no le hace bien a la economía.
¿Hacia dónde vamos como país si dejamos de producir para exportar?
Aquí es importante valorar la decisión del Gobierno, que en los últimos meses ha tomado iniciativas muy importantes como la eliminación de los cupos de exportación para productos agroindustriales; autorizar la ampliación de la frontera agrícola, impulsar la implementación plena de Puerto Busch a través de una alianza público privada; trabajar con mayor interés el proyecto de Ilo; impulsar el tren bioceánico; gestionar la apertura de mercados asiáticos, de potencial inconmensurable, para la exportación de carne vacuna, soya y otros productos.
Estas medidas están dando un nuevo dinamismo a la orientación exportadora del sector privado, pero lo que falta es equilibrar las políticas que se dirigen a potenciar el mercado interno sobre el externo.
Creo que es un proceso gradual pero inevitable. Creo que tenemos claras las recetas e incluso hay propuestas de proyectos concretos, solo falta ese empuje que viene de la generación de políticas de Estado, que se abran a la idea de que un país no puede vivir solo del mercado interno y que para hacer sostenible el crecimiento, es imprescindible pensar en la producción destinada a la exportación.
¿Cuáles son los sectores más golpeados en este periodo coyuntural económico?
Es importante anotar que la situación de la producción es heterogénea por sectores y regiones del país. Varios departamentos mostraron crecimiento por debajo del dato para el conjunto del país. Entre estos, el caso de Tarija es el más complicado y reporta ya varias gestiones con contracción, aunque también hay problemas en Chuquisaca, Beni y Pando.
Cuando se examinan los sectores, es claro que el minero enfrentó problemas al igual que el sector hidrocarburos. Al interior de las manufacturas, el sector de alimentos creció a 3,7%, dato por debajo del crecimiento del conjunto de la economía. Textiles y confecciones son segmentos que llevan varios años con problemas por la importación de ropa usada y por el ingreso ilegal de mercadería.
Esto afecta particularmente a la micro y pequeña empresa que es relevante por la cantidad de trabajo que genera. Un sector que sintió con fuerza la desaceleración fue la construcción que reporta un crecimiento de 3,5%.
La Cámara Boliviana de la Construcción ha realizado estudios muy exhaustivos que muestran que, asilando el efecto de la inversión pública ejecutada por empresas extranjeras, el crecimiento del sector podría haber sido de solo 2,5%. Si bien hubo crecimiento en el sector financiero, es importante anotar que el crecimiento de los depósitos fue cada vez más lento y la rentabilidad general del sistema bajó, producto de los techos en las tasas de interés, los cupos de cartera y la duplicación de los impuestos al sector. Todo ello configuró un escenario que compromete el crecimiento del patrimonio de las entidades financieras.
¿Cuál es la proyección del sector empresarial privado para los próximos cinco años?
Pensamos que la vía para mantener la dinámica de la economía es facilitando y alentando la inversión privada. Los próximos años exigirán un viraje, cualquiera que fuera el gobierno a cargo.
Además de los problemas que hemos anotado en las preguntas anteriores, necesitamos crear mayor equidad regional potenciando las vocaciones productivas en distintos departamentos del país. Necesitamos fortalecer y profundizar el financiamiento, no solo crediticio sino mediante la inversión inteligente en buenos emprendimientos.
En suma, creo que el mayor reto es lograr dinamizar la inversión privada y ello tiene diversos frentes de acción. Hay muchos desafíos y temas pendientes, como garantizar las mejores condiciones jurídicas y políticas para impulsar la inversión privada; incentivar la producción nacional a escalas mayores; asegurar la provisión de bienes y servicios para nuestra población, especialmente garantizando la seguridad alimentaria; y priorizar la implementación de mecanismos eficientes para estimular la exportación.
Hay aspectos transversales que estamos encarando y que se refieren a la necesidad de revisar la política salarial, la presión impositiva, la formalización progresiva de nuestra economía y eliminar la burocracia excesiva. Estos son aspectos que necesitan ser debatidos e incorporados a los planes nacionales de desarrollo, como condición necesaria para avanzar hacia un desarrollo sostenible y perdurable. Queremos fortalecer el diálogo con el Gobierno, pero este diálogo nos debe permitir establecer una estrategia inclusiva y con diversidad para ajustar la política salarial, eliminar la discrecionalidad tributaria y garantizar las actividades empresariales. Un diálogo que también nos permita consolidar proyectos e iniciativas que beneficien a todos los sectores.