Santa Cruz ha sido históricamente el departamento que impulsa la economía boliviana. Su dinamismo productivo, la capacidad exportadora y el empuje del empresariado local convirtieron a la región en el motor del país. Sin embargo, las recientes cifras macroeconómicas muestran una preocupante realidad: el mismo modelo que durante años permitió sostener al resto del territorio hoy enfrenta su mayor prueba, golpeado por factores nacionales que escapan a su control, explicó el presidente del Colegio de Economistas de Bolivia, Jorge Akamine.
El economista, indicó que durante 2023, la economía cruceña mostró un desempeño sobresaliente. Mientras Bolivia en su conjunto crecía un 3.1%, Santa Cruz registraba un PIB real del 3.7%, alcanzando un PIB nominal histórico de $US 14,314 millones. En términos relativos, el departamento aportó 31.5% del PIB total, consolidándose como el mayor contribuyente de la economía nacional.
Ese liderazgo, sin embargo, se vio alterado drásticamente en 2024. Las estimaciones preliminares reflejan una contracción de 3.24% en Santa Cruz, en contraste con un crecimiento nacional que osciló entre 0.73% (INE) y 1.4% (Banco Mundial). El viraje revela lo que los economistas llaman un “reacoplamiento” forzado: cuando la fragilidad macroeconómica nacional arrastra inevitablemente al principal motor regional.
La escasez de divisas y combustibles impactó de lleno en las cadenas de suministro de un modelo altamente agroexportador, dependiente de insumos y logística confiables. Lo que antes era fortaleza —la integración con mercados globales— se tornó vulnerabilidad al no contar con garantías internas mínimas para sostener su operación, señaló el experto.
Por otro lado, indicó que los datos del PIB por actividad económica de 2024 confirman la centralidad de ciertos sectores. La Agricultura, Silvicultura, Caza y Pesca lideró con un aporte del 23%, seguida de las Industrias Manufactureras (16%), Servicios de la Administración Pública (14%) y Establecimientos Financieros y de Seguros (12%).
Estos sectores no solo generan riqueza propia, dijo, sino que están fuertemente interconectados con la cadena productiva y de servicios. Santa Cruz mantiene su sello de resiliencia, pero los empresarios insisten en que sin políticas nacionales que respalden las exportaciones y garanticen el acceso a insumos, su capacidad de crecimiento se trunca.
Empleo
El economista, señaló que el mercado laboral cruceño refleja otra paradoja. Aunque el departamento es un imán de oportunidades y mantiene bajos niveles de desempleo, la informalidad domina el panorama nacional con un 77%, proporción que también se replica en la región.
Los grupos ocupacionales más relevantes en 2023 fueron los trabajadores de servicios y vendedores (28.6%) y los trabajadores de la construcción e industria manufacturera (17.6%), sectores que a nivel global suelen estar marcados por condiciones informales. Esto significa que gran parte de la fuerza laboral carece de seguridad social, estabilidad contractual y acceso a crédito formal, dijo.
Esta combinación de una baja tasa de desempleo y una alta tasa de informalidad inferida revela una paradoja fundamental. Santa Cruz cumple con éxito su rol como “tierra de oportunidades”, absorbiendo mano de obra de todo el país y manteniendo el desempleo bajo control. Sin embargo, el éxito del “Modelo Cruceño” en la cantidad de empleos creados podría estar enmascarando una crisis en la calidad de dichos empleos. El modelo genera una amplia base de empleo, pero simultáneamente podría estar generando una precariedad generalizada, indicó.
En los gráficos, Akamine muestra que en 2025, el empleo en Santa Cruz destaca: Comercio y reparación 22,36%, Manufactura con 268.248 trabajadores, y Alojamiento y comidas aportando 12,45%. Mientras en el tercero, lidera el empleo nacional: Servicios Administrativos y Hogares Privados concentran 52% cada uno, seguidos por otras actividades con 41%, destacando dinamismo económico en
Exportaciones en riesgo por caída y déficit comercial
Santa Cruz sostiene el comercio exterior boliviano, siendo responsable de más del 70% de las Exportaciones No Tradicionales. En 2023 alcanzó $US 3,420 millones, con la soya y sus derivados como eje ($US 1,756 millones), seguida de la carne bovina (casi $US 200 millones), además de girasol, azúcar, alcohol, cuero y gas natural.
Sin embargo, en 2024 se registró una caída del 8.89% atribuida a la falta de combustibles, divisas y bloqueos logísticos. Esta concentración convierte a Santa Cruz en un actor sistémico: cualquier shock regional compromete la balanza de pagos, la deuda externa y la estabilidad del tipo de cambio. En 2025, (Gráfico el saldo comercial pasó de un superávit de $US 256 millones (2022) a un éficit de $US 520 millones.
Santa Cruz necesita condiciones
El futuro de la economía boliviana estará marcado por la capacidad de articular un modelo de desarrollo que concilie las realidades productivas de Santa Cruz con las decisiones de política nacional.
n Macroeconomía. La agroindustria depende de diésel, construcción e industria requieren dólares para importar, comercio y servicios de la confianza del consumidor, amenazada por inflación y bajo crecimiento.
n Impacto. Si Santa Cruz reduce su dinamismo, Bolivia sufrirá escasez de productos, inflación, cierre de empresas, desempleo e informalidad.
n Modelo. Exportador cruceño vs. industrialización estatal con sustitución de importaciones. La clave está en un modelo híbrido que combine divisas del agro con proyectos industriales viables.
n Potencial. Expandir frontera agrícola con controles ambientales, invertir en riego, incentivar agroindustria de valor agregado (biocombustibles, bioplásticos, manufacturas) y formalizar alianzas público-privadas.
n Reformas. Resolver crisis de divisas y combustibles con políticas transparentes; garantizar seguridad jurídica y respeto a contratos; reducir intervención estatal arbitraria.
n Infraestructura. Modernizar carreteras, puertos y ferrocarriles, ampliar conectividad digital y reducir costos logísticos.