Desde afuera, observan que Bolivia avanza en el apoyo al desarrollo de la microempresa a través de la inclusión financiera con accesibilidad a los créditos, con tasas de interés convenientes que permiten generar ganancias en sus emprendimientos.
Aunque los países han logrado mantener incluida a una mayor parte de la población en la banca, gracias a esquemas que se han propuesto, todavía falta dar un paso mayor en la inclusión financiera. “Hasta ahora el objetivo es bancarizar a la mayor parte de la población, pero todavía no hemos aprendido como sacarle jugo a esta bancarización”, dijo Adriana Riveroll, jefe de la carrera Economía y Finanzas del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Una manera de medir la bancarización es por el número de personas que aperturan una cuenta, pero el desafío inmediato es qué hacer con esos indicadores. Sin duda tener una cuenta bancaria, acceder a la banca digital, no tener que invertir dinero ni tiempo en realizar transacciones, sea desde el campo o la ciudad, es un avance, pero una parte importante en el tema de la inclusión financiera y donde todavía seguimos excluidos, es el servicio de seguridad, afirmó Riveroll, a tiempo de preguntarse a qué tipo de seguros accedemos como población y si tenemos acceso a ello. “Las personas con mayores ingresos tienen acceso a esos seguros y saben cómo usarlos a su favor, pero las personas de menos recursos por supuesto que no tienen dinero para comprar un seguro de vida”, señaló la pedagoga y experta en finanzas.
La inclusión financiera también se mide con el acceso al crédito. “Por ejemplo supongamos que en el área rural, una madre que trabajaba en una fábrica decide emprender su propio negocio. Entonces ¿de qué manera va a emprender ese negocio?. Se necesitan ciertos recursos para poder hacerlo. Pensando en comprar animales que pueden criar en el espacio donde viven, y después puedan vender unas cuantas gallinas. Con estos sistemas, ¿será que se puede adquirir un crédito que permita echar a andar ese emprendimiento?”, cuestionó la experta.
Sin duda, tienen que acudir a un sistema formal. “Pero el problema es que la gente recurre siempre a los sistemas informales, a la familia y a los amigos que probablemente estén en las mismas condiciones. Estas personas les van a cobrar una taza altísima de interés, y se van aprovechar de las condiciones. Estos son sistemas muy utilizados en toda Latinoamérica, donde se aprovechan de la necesidad de la gente. Y otra vez suponiendo que el emprendimiento fuera muy bueno, pues únicamente estarían ganando para pagar ese crédito”, dijo la docente que visitó Santa Cruz, para dictar un diplomado sobre la importancia de la inclusión financiera como factor clave para reducir la pobreza e impulsar la prosperidad.
No obstante, señaló que es de su conocimiento que en Bolivia se está avanzando con el desarrollo de la microempresa, que se está tratando de echarlas a andar y en la medida que lo hacen, hay un margen de crecimiento del sector financiero para poder potencializar el crecimiento de estas empresas. “Por lo regular, este tipo de empresas se acerca a la banca de desarrollo y lo que hace es prestarles a tasas mucho más convenientes, pero si no tienen acercamiento con el sistema financiero, se vuelve complicado”, sostuvo.
Actualmente, el consumidor debe estar informado, educado sobre las ofertas financieras y los sistemas de créditos para saber qué le conviene.
En ese marco, se necesitan entidades regulatorias. “Se necesita que estas instituciones reguladoras trabajen de los dos sentidos y trabajen con los referentes servicios financieros, pero que también hagan el esfuerzo para educar a la población que está recibiendo este tipo de servicios”, apuntó Riveroll.