Cuando los funcionarios de las organizaciones poseen un buen manejo de las emociones, pueden administrar mejor la coyuntura, tener un mejor autocontrol, incluso experimentar paz en medio de tremendas tribulaciones.
La situación alargada de la pandemia sigue afectando a los colaboradores de las empresas, quienes diariamente se sienten impactados por noticias desalentadoras del índice de contagio, la nueva ola en el país, la lentitud de la vacunación a la población, la falta de insumos médicos, la carencia de fármacos para la recuperación de pacientes Covid, las determinaciones de cuarentena dinámica, entre otros factores. Toda esta situación que venimos experimentando nos permite cuestionarnos ¿Cómo está la inteligencia emocional de nuestro personal? ¿Tienen nuestros colaboradores la fortaleza interior para afrontar tal situación? ¿Cómo todo esto está impactando en la productividad y en el ambiente laboral?
Daniel Golemnan se dedicó a estudiar la Inteligencia Emocional y desarrollar varios escritos e incluso libros sobre esta temática. Para este gran investigador y autor, la inteligencia emocional es la capacidad de comprender lo que sentimos y las emociones de los demás. Confirma que esto es clave para cualquier relación (pareja, laboral, social etc.) e incluso es fundamental para lograr la felicidad en la vida; algo que en este momento hasta parece una utopía.
Desarrollar la inteligencia emocional en las organizaciones podría convertirse en una excelente opción para apoyar al personal a incorporar nuevos recursos para lidiar de mejor forma con la situación actual e incluso para mejorar su productividad. Para promoverlo se recomiendan tres acciones:
- Promover el autoconocimiento.- A partir de instancias más frecuentes de retroalimentación entre líderes y colaboradores, donde puedan identificar sus fortalezas, oportunidades de mejora, puedan descubrir su personalidad, reconocer las connotaciones que hacen sobre su entorno, los sucesos cotidianos, como afrontan los problemas, como gestionan sus emociones, los tipos de pensamientos que suelen aflorar, el nivel de confianza en sí mismo, los deseos y motivaciones. La inteligencia emocional parte por un mayor conocimiento y control de sí mismo.
- Desarrollar habilidades sociales.- Si bien las condiciones actuales pueden limitar las interacciones, los líderes deben ser creativos para provocar instancias virtuales o sesiones presenciales con máximos cuidados de bioseguridad, para que su personal continúe en interrelación permanente. Una persona con inteligencia emocional elevada es empático, suele comprender al otro, es colaborativo, sensible a la necesidad ajena, busca trabajar en equipo e influir en otros.
- Participar de actividades de servicio.- Permitir al personal inmiscuirse en acciones de responsabilidad social y destinar tiempo para ayudar a otros, pueden ser buenas iniciativas para desarrollar la inteligencia emocional del funcionario. Son espacios que crean oportunidades de crecimiento personal, de desprendimiento y logra el despertar de la sensibilidad por la necesidad ajena.
La inteligencia emocional se puede cultivar, el primer paso es reconocer la importancia que tiene y su impacto. Cuando los funcionarios de las organizaciones poseen un buen manejo de las emociones, sus reacciones son más apropiadas, pueden administrar mejor la coyuntura, tener un mejor autocontrol, incluso pueden experimentar paz en medio de tremendas tribulaciones. Encuentran una forma positiva de accionar frente a aquello que no pueden controlar, todo lo externo y se enfocan en modificar lo que pueden, lo que tiene que ver con sus pensamientos y reacciones.
Promover la inteligencia emocional al interior de la empresa puede favorecer también a mejorar los entornos laborales, porque las personas se vuelven más tolerantes, pacientes, comprensivas, colaborativas, se permiten disfrutar de los aprendizajes, celebran los logros, se reconocen y todo ello, aporta significativamente al intercambio grupal.