A seis años de la vigencia de la Agenda 2030 de los ODS el director de la Fundación AMIGARSE hace un balance y dice que todavía falta que empresas e instituciones enfilen sus estrategias en torno a ella y se vean reflejadas en los Balances Sociales y Reportes de Sostenibilidad; y que es importante poner a las ODS en el centro de la toma de decisiones.
¿Qué balance puede hacer de los últimos cinco años en Bolivia, sobre el desempeño de las empresas y la sociedad en general frente a las tareas para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible?
En este septiembre estamos cumpliendo seis años de la vigencia de la Agenda 2030, y, a la hora del balance podemos indicar que de acuerdo al al Sustainable Development Report 2020, que se publicó en Junio de este año, Bolivia está en el puesto 79 de 160 países.
No sé decir, si el lugar que ocupamos en ese reporte, es bueno o malo, pero si puedo asegurar que existen grandes esfuerzos a través del Pacto Global Bolivia, Instituciones como AMIGARSE y otras, para intentar que todos nos subamos al barco de la Agenda 2030. Es necesario que a la agenda la veamos como una oportunidad, no sólo de contribuir a los ODS, sino de coadyuvar a la sostenibilidad de su empresa y del planeta. En resumen, al filo de cumplir seis años de vigencia, todavía falta que empresas e instituciones enfilen sus estrategias en torno a ella y se vean reflejadas en los Balances Sociales y Reportes de Sostenibilidad; es importante poner a las ODS en el centro de la toma de decisiones.
¿La pandemia ha entorpecido los planes de inversión en los proyectos sostenibles? ¿Cómo incidió?
La pandemia generó la crisis sanitaria, económica y social, nos encandiló a todos, nos hizo ver que ningún sector estuvo preparado y tardamos casi 8 meses en empezar a reaccionar. Eso nos hace ver que el impacto en cada uno de los ODS será mayoritariamente negativo.
Desde la mirada de AMIGARSE, las más afectadas son: la ODS 1, Fin de la pobreza; ODS 2, Hambre cero; ODS 3, Salud y bienestar; ODS 8, Trabajo decente y crecimiento económico y ODS 10, Reducción de las desigualdades.
Pero por otra parte, la pandemia nos hizo ver también la capacidad de resiliencia e innovación de algunas empresas, en el contexto nacional, solo ver lo que está haciendo Nestlé, la Cervecería Boliviana Nacional, BAGO o el Banco BISA para darnos cuenta que toda empresa que empiece a generar una cultura de resiliencia, innovación y sustentabilidad, podrá nadar en todo tipo de tempestades, lamentablemente muchas de ellas no reaccionaron a tiempo y sucumbieron.
¿Puede mencionar cuáles son los proyectos o acciones destacables en los últimos tiempos?
Nestlé a nivel global, fijó su meta al 2025 para que todos sus envases sean reciclables y estima llegar al 2050 con carbono neutro. Ese es un proceso visionario y sustentable que está en marcha.
La CBN no solo demostró ser resiliente sino también innovadora y empática, fabricó cereales naturales a partir de la cebada y algunos ingredientes propios de su proceso y repartió en comunidades rurales dicho alimento en los momentos más críticos de la pandemia, luego realizaron inversiones importantes en el sector salud, en las FFAA y Policía. Una empresa que marca diferencia y habrá que tomarla en cuenta.
Si miramos al banco BISA, verá paneles solares en sus principales edificios, alianzas con municipios para plantar árboles y campañas de concientización para hacer que todo sus colaboradores midan su huella de carbono y empiecen a hacer separación en origen de residuos. Estas pequeñas grandes acciones son las que empiezan a marcar diferencia.
¿Es necesaria una norma o incentivos para que las empresas y organizaciones sean más amigables con el medioambiente? ¿Las hay?
Las marcas hoy, ya no se definen solamente por su participación en el mercado o fidelidad del consumidor, sino por la huella positiva que dejan. Hoy el consumidor está más informado y consciente, demanda a la empresa a hacer las cosas bien.
Las normas e incentivos son interesantes, pero es más importante entender y leer el contexto y comprender cuales son los desafíos que debemos enfrentar en este siglo. Es decir, entender qué es lo que debemos cambiar. Es obvio que a estas alturas hay cosas que debemos dejar de producir y otras que debemos dejar de consumir.
Hoy todos debemos alinearnos para proteger el ecosistema, nuestra casa común y revalorizar la ética para hacer posible la dignidad humana.
Existen normas ambientales como la 1333 del medio ambiente, aún vigente, la Ley 755 de Residuos, Una Ley 685, una Guía y resoluciones de la ASFI en torno a la responsabilidad social empresarial, el 7 de julio del 2021 salió el Decreto Supremo No. 4539, que da incentivos tributarios y financieros para promover la fabricación de equipos y vehículos con energía eléctrica, pero como indiqué, los desafíos son mayores y urgentes.
¿El mes pasado se lanzó una App ‘Yo Reciclo’, ¿ya se tienen resultados de este emprendimiento?
Podemos decir que la APP Yo Reciclo a la fecha tiene un éxito relativo, necesitamos que todos los sectores de la población se involucren en este proceso, no podemos permitir que en Santa Cruz cada día, más de 1000 toneladas vayan a para al Vertedero, porque si lo ves con ojos ‘sustentables’, cada tonelada que llega al relleno sanitario “es una tonelada de error”.
Hoy la basura empieza a verse como “un error de diseño”, es por eso que las grandes empresas están en la carrera de reducir sus residuos; en ese proceso la App Yo Reciclo intenta ser una herramienta educadora y sensibilizadora.
A la fecha tenemos más de 500 usuarios, entre ellos aproximadamente 50 empresas, 350 Instituciones y personas naturales y cerca de 100 recolectores. Este es un proceso que debe ir creciendo con el tiempo en la medida que la población se concientice y entienda que las bolsas negras que cada día sacan a la calle deben de disminuir, y, ojala cada vez más bolsas blancas de residuos reciclables podamos estar entregando a los recolectores a través de la APP.
Si eso ocurre, no solo estamos contribuyendo a la dignidad humana del recolector, sino que estamos evitando contaminar el aire que respiramos, el agua que tomamos y salvando parte de nuestros bosques; es decir, precautelando el futuro de nuestros nietos.