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Pedro Cabrera

Pedro Cabrera

Consultor Senior de Marketing y Comunicación

Emprender: La otra pasión

Las personas emprendedoras –a mi entender- son una raza aparte. No tienen límites de sexo, edad, raza o estudios.

Por Pedro Cabrera: Consultor Senior de Marketing y Comunicación

Por lo general, cuando se menciona la palabra pasión, se la asocia a un comportamiento emocional que puede estar instalado en el cerebro u ocasionalmente del ombligo para abajo. Sin embargo, existe otra pasión: La de los emprendedores, personas que desean fervientemente hacer realidad sus ideas y sueños, cueste lo que cueste, contra viento y marea.
Las personas emprendedoras –a mi entender- son una raza aparte. No tienen límites de sexo, edad, raza o estudios. Pueden nacer aquí o en la China, porque las ideas no respetan geografía. ¿Se nace emprendedor? Sí, es posible. Pero, ¿a quién le importa? Un emprendimiento es un “llamado” a una vida intensa, a veces inestable, llena de risas y lágrimas, éxitos y fracasos, pero como decía mi abuela: ¿A quién le quitan lo bailado? Conozco gente que arrancó como empleado de alguna empresa… y luego le picó el bicho del emprendimiento, lanzándose a la mar, pero con una sonrisa de punta a punta del rostro. También conozco gente que desde sus estudios secundarios y/o universitarios, siempre tuvieron la idea fija de plasmar algo propio. Lo interesante es que al investigar los motivos de “emprender”, jamás me decían que no querían estar bajo el mando de un jefe, que querían administrar su tiempo como se les diera la gana, que querían ganar más dinero que un empleado, y otras excusas propias –lea bien- de los emprendedores que fracasan. Estas personas siempre me hablaban muy emocionadas de sus ideas, de sus sueños, de lo que querían lograr, inclusive, para un mundo mejor. Disculpen mi simpleza, pero a eso lo llamo pasión. Y se les nota en la cara tanto como en la actitud.
Sin embargo, no todas son rosas para los emprendedores, en especial, para los más jóvenes. Resulta todo un desafío manejar la ansiedad. Es decir, esa tendencia a pensar en “las cosas malas que pueden ocurrir” al lanzar un emprendimiento. Déjeme aclarar algo: Las famosas cosas malas, la mayoría de las veces, ocurren por falta de planificación, desconocimiento de mercado, talento humano inapropiado detrás de la idea, falta de perseverancia, y en el peor de los casos, enamoramiento excesivo detrás de una idea… que sólo convence a uno mismo, cuando el público (o los potenciales clientes), son el Rey del Mercado. Ellos compran y todo va bien. Ellos le dan la espalda a un emprendimiento (producto o servicio nuevo), y hasta allí duró la novela. Por lo tanto, la investigación preliminar es clave… y atentan contra ella la tacañera del empresario novato, y por supuesto, el creer que todo funcionará como lo vislumbra en su cabeza, visión –por cierto- muy peligrosa, ya que usted y yo ya hemos comprobado que algunos emprendimientos ilógicos triunfan en el mercado. Consejo importante: Haga una investigación profesional de su emprendimiento. Conozca quién será realmente su cliente, dónde están y cómo llegar a ellos, el tamaño del mercado, sus competidores, la aceptación o no de lo que usted propone o lanzará próximamente. Recuerde que la investigación es como el borracho al farol: A algunos les sirve para sostenerse, a otros para alumbrarse. Me quedo con esto último, una investigación que me lance luces sobre lo que puede pasar… y no andar adivinando.
Finalmente, las personas emprendedoras deben tener la capacidad de entender de que no todo inicio es fácil. De que sin dinero o presupuesto, hay ideas que no levantan vuelo, que no despegan del piso. De que sin planificación estratégica, su emprendimiento puede ser lo más parecido a un bote en medio del océano… sin mapa, brújula y remos. De que si usted no sabe… pregunte y a veces tendrá que pagar para obtener datos, pistas y respuestas.
Al fin y al cabo, un emprendimiento es como un nuevo amor. Puede haber mucho enamoramiento y pasión, pero si la dupla –usted y su idea- no logran una relación coherente, estable, bien cimentada, realista… esa unión puede ser lo más parecido al infierno en la Tierra.. Y créame, no se lo deseo.

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